
30 Jun En busca de mi mejor versión.
¿Qué es lo que te hace feliz? ¿Alguna vez has detenido el tiempo para hacerte esta pregunta? ¿O eres de los que vive sin respirar y se acuesta con el smartphone en la mano?
Nuestra sociedad cada día corre más y las presiones nos consumen. La competitividad y la individualidad tienen más fans que cualquiera reina del pop en su red social. Es importante dialogar con uno mismo, ganar consciencia de las pequeñas emociones que nos hacen vibrar, pero tampoco debemos ser tiranos de la felicidad. En este sentido, comparto este artículo dónde Silvia C. Carpallo referencia las últimas novedades bibliográficas que precisamente abogan por aceptar que no siempre podemos estar con el modo positivo y feliz activado. Como bien dice esta periodista, la dictadura de la felicidad está colapsando las consultas psicológicas y no pasa nada por asumir que todos somos bichos raros. ¿Creéis que nos estamos obsesionando con la idea de ser perfectos en todos los ámbitos de la vida?
En busca de la falsa perfección
No debemos olvidar que el querer ser perfecto no es sólo ya una muestra de falta de humildad sino también de autoexigencia con uno mismo. Es más, si dicho nivel de autoexigencia es muy alto puede ser letal, generando ansiedad o depresión. Y, lógicamente, el respeto hacia nuestra persona queda diluido.
Aceptemos que los robots desencadenaran una nueva revolución industrial, pero, por favor, recordad que nosotros, por ahora, somos 100% humanos y no un producto de la inteligencia artificial. ¿Esto qué quiere decir? ¡Pues que nos equivocamos, hecho que nos brinda la oportunidad de crecer y mejorar en el camino! ¿No es eso especial?
Dicen que la Comisión Europea decidirá en 2018 sobre la creación de una legislación específica para los androides. Pero nuestro marco legal es otro muy distinto: como seres humanos tenemos el derecho a aceptarnos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Tenemos el derecho a ser tolerantes con nosotros mismos y perdonarnos, con el fin de relativizar nuestros errores.
Y el oro es para: las emociones
Y no olvidemos las benditas emociones. Los humanos tenemos la gran suerte de tener esas reacciones psicofisiológicas que, como ilustra la película de Dinsey Inside Out –la recomiendo encarecidamente tanto para los que tengáis peques como para los que no- todas y cada una de ellas son importantes. La alegría y la tristeza, la ira y el miedo, el asco o la sorpresa. Todas ellas enriquecen a las personas.
Por ello, considero que debemos invertir en nuestro crecimiento personal para aprender a autogestionar mejor nuestras emociones. Esto nos ayudará a controlar nuestras conductas y a identificar y convivir mejor con nuestros sentimientos. Esta estabilidad emocional contribuye a la sensación de felicidad. Ahora bien, si se traduce en obsesión, estrés y ansiedad por alcanzarla, más vale quedarse dónde estábamos.
El espejo de la autoexigencia
En mis sesiones de coaching me encuentro con personas con un nivel de autoexigencia excesivo que les impide ser felices y estables emocionalmente. Estas situaciones de autoexigencia van íntimamente relacionadas con una ausencia o deficiencia de autoestima.
Si te sientes identificado o identificada te propongo estas preguntas para ayudarte:
- ¿Hasta cuándo vas a estar buscando tu mejor versión de tí?
- ¿Qué aprendizaje has obtenido de cada error de tu pasado?
- ¿Qué lado positivo eres capaz de ver en una situación triste?
¿Verdad que cada día se aprende una cosa nueva? Pues me encantaría que hoy no te acostaras sin recordar este mensaje del artista Salvador Dalí: “No tengas miedo de la perfección. Nunca la alcanzarás”.
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